ENTREVISTA REALIZADA AL SOCIÓLOGO OSWALDO GARRIDO, PARA LA REVISTA: ACENTOS: MODERNIDAD Y AMOR.
Febrero 2016.
Profesor Oswaldo
Garrido, usted un académico dedicado a la reflexión filosófica ¿Cuales son las
coordenadas del mundo actual?
Gidden decía en la década de los ochenta, por un lado, que asistíamos a un mundo desbocada, que los
referentes materiales y simbólicos que sostenían la modernidad se había derrumbado,
que estábamos en una autopista sin señalización y cuya cúspide fundamental era
el riesgo. El riesgo es la caída súbita a una forma de filosofar y de hacer las
cosas que se parece a lanzarse desde un piso 34 sin paracaídas. Por el otro está
modernidad que discurre se caracteriza por una terrible radicalidad, la
profunda <<crisis existencial de los sujetos>>. Yo agregaría a
estos planteamientos, que efectivamente estamos en un mundo desbordado por la fetichizarían
de la vida, la vida se ha transformado
en una manera mercantilizada de conducirse. Las relaciones son de proximidad o lejanía
mediatizadas por la promesa de bienestar o confort. Y la ciudad es la trampa
del hombre gregario.
Profesor Oswaldo
Garrido, ¿La ciudad?
La ciudad no es la colmena, la
ciudad es la segmentación de la vida privada. Un espacio territorial y simbólico
donde lo colectivo, la solidaridad y la complementariedad forman un horizonte subjetivo de lo rural y lo
pre-moderno. La ciudad es la condensación de una forma de pensar y el hacer
construye su identidad desde la mercantilización de la vida. La ciudad tiene su
suma, el sueño, este sueño es acelerar la vida y alejarse de lo comunitario. El
ciudadano es un ser de la urbe que desarrollo un gigante ejercicio
contemplativo y de consumo. Un actor en el medio de una gran tragedia humana.
Profesor Garrido, ¿Podría Hablarnos del amor, digo ese amor con letargo citadino?
Aldous Huxley, robándole la frase William
Shakespeare en su obra la Tempestad, hacía referencia a un Mundo Feliz, una
sociedad programada, estratificada, autosuficiente y somatizada. Erich Fromm, su libro, El
arte de amar,
identificaba dos cualidades amorosas: el amor biofilico y el amor necrofilico,
mediada por las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte. Ambos
planteamiento tienen algo de razón.
Pienso que el amor
en esta modernidad radicalizada y desbordada el amor es un proceso histórico material
y simbólico, un tipo de relación donde lo biofilico va perdiendo el forcejeo
contra lo trágico. El amor es un tipo de relación social que se edifica en un
momento fundacional de encuentro entre extraños que en un ejercicio de comunión
pierden parte de su libertad y soberanía. Asistimos sin horrorizarnos a
construcciones afectivas-amorosas atemporales, efímeras y movedizas, donde el
mundo material y tecnológico es el
<<numen>> que lo caracteriza. Su espacio territorial se
encuentra en los molles, vitrinas y comercios. El amor se alimenta del enorme festín
de banalidades que ofrecen a diario los medios de comunicación. Fíjate, la
ruptura solo es un drama para seres antaño y trasnochados. Se está produciendo una
especie de pérdida de los lazos inter-locucionarios, las relaciones se rompen
por mensaje de textos, descomedidos y sin explicaciones razonables. La desaparición
del otro como sujeto del amor-prójimo es
condenado a un terrible olvido. El egoísmo afectivo tiene más de mercancía,
casa, carro, regalos, es decir bienes terrenales que de valores judío cristiano
que conformaron el mito fundacional de la modernidad que discurre. Estamos ante
un tipo de relaciones afectiva que se mueve entre el Ok y el Chao. Una sociedad
de cero victimas y el adiós. Formar parte del recuerdo es una ruleta rusa. El
simulador el es el sujeto histórico de esta mimetización terrible, y pervivirá.
Profesor, ¿Qué hacer en ese panorama tan
desolador?
No podemos hacer
nada, solo expectante y boquiabierta vivir esta tragedia.
Profesor Oswaldo Garrido, ¿Entonces?
Lo que más me
preocupa no es el entonces es el después. Te explico, Decía en una entrevista
Jean Manuel Serrat por los noventa, hablando del neoliberalismo: “Una sociedad
no puede salvarse sacando a la gente con una pinza (…) Una sociedad se salva
toda o no se salva”. Necesitamos un movimiento metabólico, tomando la frase de Istvan Mestzaros. Ese movimiento
metabólico, debe ser un gesto y una acción colectiva desde adentro, yo suelo
relacionarlo con el mito de Prometeo.
Profesor Oswaldo Garrido, ¿Y Simón Bolívar y Hugo Chávez?
Simón Bolívar y Chávez,
fueron y serán unos referentes epopeyicos materiales de capacidades amatorias,
con un alto sentido de la historia. Bolívar fue un sujeto con su idea clara sobre su papel en la
historia. Solo toma la frase de Bolívar “: Los tres más grandes
majaderos del mundo hemos sido Jesús Cristo, Don Quijotes y yo”.
Ese personaje de nuestra gloriosa
historia, vivió una existencia trágica cuando agobiado y enfermo en apuntes del
doctor Reverend y el General Montillas, según ambos dijo en su lecho agonizante:
“José Vámonos
(…) “Vámonos, vámonos (...) esta gente no nos quiere en esta tierra”.
En el caso de Hugo
Chávez, comprometido con el socialismo dijo: “No hay amor más grande que el que uno siente aquí en el pecho por una causa ,
por una patria, por una gente, por un pueblo, por la causa”.
En varios escenarios,
Usted ha hecho referencia a dos categorías: Erotización, caotización y
neurotización colectiva. ¿Cómo es ese asunto?
Un tiempo histórico caracterizado
por un poder obediencial metafísico, un mundo material y simbólico donde todo
era explicado desde la razón suprema de Dios, en este mundo la comunidad de interpretación
realizaba viajes filosóficos tangenciales, pues todas las cosas se explicaban
desde Dios. Allí encontramos filósofos religiosos como Santo Thomas y San Agustín.
Este dios opaco y simulo los otros mundos vividos. Por ejemplo, la sociedad
occidental se re-encuentra con la filosofía oriental a mediados del siglo
pasado. Con el renacimiento, cubierto con el manto de los atributos de la
Modernidad, se produce es un proceso de secularización donde el poder metafísico
va dando paso a la Razón Moderna. René Descarte crea las bases de los principios
de la ciencia, Augusto Comte, separa la filosofía en distintos campos
disciplinarios.
Ahora pareciera que las
sociedades han perdiendo su rumbo, la idea de desarrollo, industrialismo y
productivismo se han transformado en una tragedia, las sociedades viven en la
incertidumbre, ese caos paradójicamente han ampliado los escenarios de la
libertad. La cotización del modelo civilizatorio ha significado el
resurgimiento de actores y sujetos sociales invisibilizados inconformes y
solapados con este proyecto colonial. Entonces estamos en una nueva revolución antropológica
suprior a la revolución cultural que significo la cristiandad.
La sexualidad dejo de ser el acto
reproductivo, ahora es el encuentro con el placer. Los medios de comunicación
explotan los cuerpos semi desnudo hasta para vender servicios funerarios. Amor
y sexo se han separado en una dialéctica indisoluble.
Los elementos libertarios de
ambos procesos, caotización y
erotización son los núcleos vivenciales de las relaciones sociales. Miedo y
angustias son la cara de una sociedad de fuga y permanencia, que demanda más
libertad, des-aceleración de la vida, ecología y reconocimientos de valores
pos-materiales. Es una sociedad babieca que se reedifica el mundo material
como la panacea de la vida.
Usted ha hablado de soliloquio
colectivo…
Vivimos
un tiempo histórico donde hay tres relatos que caracterizan el mundo convival. El primero es el discurso de la abundancia, donde se asume que las
bondades de la naturaleza son patrimonio de compartimiento social. Este
discurso lo inicia Rousseau; caracteriza y pervive dos años de conquista y
después se camufla hasta el nacimiento del petróleo. Es un reino de la
abundancia, de felicidad que coquetea con la revolución francesa. En el discurso
de la abundancia todo estamos predestinados a vivir los horizontes de la
felicidad y la riqueza. El segundo discurso corresponde a la carencia, recoge la máxima del mito
fundacional cristiano: ‘primero entrará un camello por el hueco de una aguja
que un rico al reino de los cielos’. Es el discurso que sobrepone la desventura
sobre una subjetivación de la riqueza. Del tercero se habla del concepto de lo virtual, en el cual, las grandes utopías
de las revoluciones económicas y antropológicas pueden ser alcanzadas.
Estos
tres discursos se conflictúan con los alcances de la modernidad porque esta se
ha transformado en una gran tragedia en la forma de saber y de hacer. La
modernidad es el momento histórico de conciencia que ha dejado más deudas, por
ejemplo, el concepto de democracia. La democracia, tiene como valor sustantivo
la igualdad, la justicia y la inclusión, pero sus mecanismos operativos han
dado como resultados que la democracia se haya transformado en una especie de
espanto histórico que incluye sobre sus inconsistencias sociedades más desiguales
y excluyentes, y este soliloquio colectivo está vinculado entonces a tres
procesos materiales y simbólicos que giran en torno a que la gente posee un mundo-país
nominal, un mundo-país real y un mundo-país subjetivo.
El
mundo-país subjetivo se confronta con el mundo-país nominal y el mundo-país
real, estaremos entonces sociológicamente hablando en una crisis de generalidad
ilusoria cuando confronta lo nominal, lo real y subjetividades, por ejemplo, el
derecho a la vida y la violencia. Todos tienen derecho a la vida. En la vida
real esta no tiene ningún valor y subjetivamente espera que su vida se
prolongue hasta la infinitud familiar.
Estamos
en presencia de una sociedad que se habla silenciosamente desde sus discursos interiores
y guarda para sí la posibilidad de una acción futura.
Entre
algunos planos puede existir una relación entre discursos, pues hablando en este
caso entre la carencia y lo virtual, puede introducirse como ejemplo a Martín Heidegger
y sus 4 realidades sobre el mundo moderno, el cual explica que a menos que el
hombre apacigüe su vorágine de codicia, estará atentando contra la naturaleza,
y viajando entonces a su extinción como especie.
Estos
tres discursos caracterizan al Atila moderno.
¿Por qué habla de un Atila Moderno?
Atila
fue el último y el más poderosos de los caudillos hunos, desmembrando y
evolucionando el mundo romano a lo que posteriormente sería conocido como la
Edad Media. Fue coronado su hermano Bleda, pero Atila, en una cacería contra un
jabalí, decide asesinarlo para quedarse con el gobierno (podemos establecer un
símil entonces con la historia de Rómulo y Remo). Roma, debilitada por la
corrupción interna, sumándole el poder creciente de las tribus bárbaras y
generales codiciosos, institucionaliza los tributos y aumenta los rescates por
cada romano capturado al ser incapaz de defenderse eficazmente. La tribu,
decide atacar a Roma para saquear sus riquezas, y tan sólo se detiene al llegar
a las mismas puertas de la ciudad, solamente la actuación del Papa pudo evitar
la captura y la quema de la mismo, a cambio de un alto precio, moral y
material.
El
Atila moderno se fundamenta en dos cosas: el superhombre de Nietzsche, el cual
significaba la revolución del hombre por sobre los rezagos de la idea de
Cristo. El superhombre es el anticristo, no de los términos de la crucifixión,
sino en la valoración de la vida material sobre lo espiritual. Y el segundo, el
hombre nuevo del Che, el cual se fundamenta
en el desarrollo ética del hombre a través de la solidaridad, superando el
egoísmo. El Atila moderno es el Terminator.
Profesor, Ud. habla de poesía y Terminator, ¿Podría aclarar algo?
La
poesía, es una mayéutica que se rebela contra el festín de las bandalidades, el
zombismo y la somatización social. Es el acto de rebeldía de la palabra
sobre la forma de vidas instituidas.
A final de cuentas, ¿Y usted?
La
poesía no es una mercancía, no se exhibe en los anaqueles, es profunda,
transforma como un acto la vida de los incrédulo y se rebela contra un psiquismo
maltrecho social para evitar caer en el zombismo social. La poesía es el supremo
acto de realización humana, es la palabra de los incrédulos.
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