MI
ABUELO VINO A BUSCAR LA DOLCE VITA:
porque a él lo persiguieron
por sobre la marcha
para ponerle en el pecho
una estrella de la muerte
y coronarle los ropajes
con una bala del Mauser
Al llegar sobre las banderas las
fasces
al llegas los camisas negras a las
calles,
mi abuelo tenía a Roma en la sonrisa,
en las maletas perdió a Roma
en su claustro de risa
Se le olvidó el mundo en el trajín del
sobreviviente,
el náufrago que se aferra en un tablón
de su esperanza,
así como luego se le olvidó la vida
sobre la tierra
se le quedó el cabello
que antaño estuvo emergiendo de su
cabeza
como una fuente plateada
Quizás yo tenga algo de Roma, más allá
de mi abuelo escapando por una ventana
de Italia,
más allá del penacho de centurión que
mi sangre habita,
quizás tenga las arterias anchas como
la Vía Apia,
quizás la piel morena aunque no tenga
la nariz del águila, aunque se mezcle
la panela con la oliva, y el pan
blanco
con el casabe y los cardones
Si bien soy fugitivo desde mi origen
sanguíneo,
desde este O positivo que he heredado
de mi padre,
desde el tiempo que se sirve a la
gente
y se los bebe como la nada, salió el
sol
iluminando la trinchera, se apagó como
la noche
el brocal de los cañones.
En cuanto a mi abuelo
se ocultó el rostro de la vergüenza
con la tierra napolitana que vio nacer
sus huesos.
Mi padre tuvo 18 y con la guerra
acabada,
brotaron de sus ojos humildes
un bombardeo de lágrimas.
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