Por: Oswaldo Antonio Garrido.[1]
Como debía de esperarse, en el Perú sucedió todo lo contrario de lo dicho por las Agencias trasnacionales de la comunicación, que venia sosteniendo la tesis que Ollanta y Keiko Fujimori se encontraban en un empate técnico.
En la primera vuelta, el Jurado Nacional de Elecciones electoral de Perú, dio como ganadores a Gana Perú que respalda a Ollanta con 31.720% y Fuerza 2011 de Keiko Fujimori con 23.566% de los votos, en un contexto nacional de confrontación de intereses que traspasaron las fronteras del país.
Ollanta Moisés Humala Tasso es una figura controversial, capitán en del ejercito, hijo Isaac Humala fundador del Movimiento Etnocacerista o Movimiento Etnonacionalista Peruano, que programaba el nacionalismo étnico y la identidad del Imperio inca, enarbolando las banderas de Andrés Avelino Cáceres para la refundación republicana del país. Humala con hermano Antauro Humala fueron señalados como los autores del levantamiento de Locumba contra el régimen de Alberto Fujimori.
Mientras Keiko Fujimori, hija de Fernando Fujimori condenado a 27 años de prisión por delitos contra los derechos humanos, titulada en título en Administración de Negocios en la Universidad de Boston en 1997, representante del discurso de los empresarios y del neoliberalismo.
La propuesta electoral de Ollanta Humala estuvo centrada en: generar una política de continuidad de inversiones del Estado para financiar programas de la promoción del desarrollo de todos los peruanos, combatir la pobreza impulsando esfuerzos con los gobiernos regionales y municipales, puesto que son ellos los que conocen de cerca la realidad de la gente, combate a la corrupción enraizada en la sociedad en una iniciativa que involucra al Estado y a la sociedad para castigar a los que corrompen y se dejan corromper y finalmente una propuesta educativa fundamentada en los valores nacionalistas de su pueblo.
En la segunda vuelta, Ollanta Moisés Humala Tasso obtiene un 51.554% y Keiko Fujimori tiene un 48.446%, lo cual logra ganas las elecciones y se convierte en el presidente de ese país andino.
El triunfo de Ollanta Humala, estuvo precedido de importantes conflictos y movilización de descontento contras las políticas impuestas por el gobierno de Alan García, que involucra resistencia popular y protestas de comunidades andinas y amazónicas contra proyectos extractivos mineros, hidrocarburos y de agro exportación. De las hectáreas concedidas para proyectos mineros, de 6 millones en 2006 paso a 21 en 2010, extensión que equivale a casi un 20% del país. Al mismo tiempo, más de un 70% de la Amazonía esta lotificada para la exploración petrolera, enmarcados en el Convenio 169 de la OIT. A esto se suma los conflictos en las ciudades asociado a reivindicaciones populares, defensa de los maestros a salarios dignos y de los estudiantes que se oponen a la privatización de la educación universitaria.
Lo cierto es que la sociedad peruana dio su respaldo con los votos a la propuesta electoral de Ollanta Humala, cuyas expectativas se encuentran centradas en el cambio necesario, dado la profundización de los problemas económicos, políticos y sociales profundizada por los gobiernos de derecha, entre ellos el saliente de Alan García, quien se arrodillo a los intereses del capital transnacional.
Aunque es prematuro anticipar el rumbo que tomara el nuevo gobierno, en el plano político, el reciente electo presidente tendrá que optar por la continuidad de la estrategia neoliberal o construir junto a su pueblo una ruta democrática revolucionaria y nacionalista para enfrentar la injusticia social, la iniquidad y la exclusión, rasgos característicos que el modelo capitalista el ha impreso a la sociedad peruana.
En el contexto internacional, el gran dilema de su gobierno será, por un lado, la ratificación de los TLC, ALCA y el IIRSA que han servido para saquear las riquezas y agravar las desigualdades de la sociedad peruana. O bien, asumir una posición responsable regional libertaria y alinearse con el proceso de integración a través del ALBA, en un cuadro político que repiensa Nuestra America desde la democracia popular, la soberanía y la autorrealización de sus pueblos frente la vorágines del imperialismo.
Desde el contexto de la Revolución Bolivariana el triunfo de Ollanta Humala tiene una tremenda significación. Por un lado, en el juego de ajedrez político internacional, la burguesía transnacional pierde un importante bastión que ha utilizado sin escrúpulos para atacar al proceso de transformación socialista que se desarrolla en la tierra de Bolívar, inclusive sirviendo de guarida a delincuentes en actividades políticas vinculados a sectores de la oposición indiciados por la justicia venezolana por delitos comunes.
Por otro lado, la única ruta histórica de dignidad de Ollanta Humala es el acercamiento a la UNASUR, para desarrollar los emprendimientos electorales ofertados a su pueblo, el cual lo llevo a la presidencia. Con Perú en el cuadro político conformado por la Republica Bolivariana de Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Cuba, esta llegando el momento libertario de Nuestra America.
Ollanta Humala lo sabe, el pueblo peruano ha sembrado sus esperanzas en él, traicionarlo significa la muerta política, ir al <<retrete>> de los condenados, el lugar donde van a parar los apartidas…Para ejemplo basta mirar a Lucio Gutiérrez de rodillas a ante el imperialismo, pero olvidado por su pueblo. Le toca entonces, a Gana Perú, al presidente electo, radicalizar las transformaciones económicas, políticas y sociales para enrumbarlo a los tiempos de la democracia popular y a la justicia social de Nuestra America.
El pueblo peruano, mil veces traicionado y saqueado, con el nuevo gobierno lleno de promesas y expectativas, en la figura de su presidente le corresponde la importante tarea de “no permitir que la historia se repita como tragedia y farsa”.
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