CONVERSACIÓN
SOBRE ECONÓMIA POLÍTICA CON MI HERMANO TONY BOZA.
La
política del presidente Nicolás Maduro de petrolizar la economía, constituye
una estrategia audaz, que de alcanzar los objetivos preestablecidos, traerían
como consecuencia novedosas
contribuciones a la teoría de la economía política y un ejercicio para ampliar
los horizontes de la soberanía de los países, ya que el esfuerzo se encamina a
la decolonización del saber y el hacer en la globalización neoliberal
radicalizada de hoy, sinónimo de la Casa
Blanca, el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional.
La
petrolización hará tambalear la teoría monetarista tradicional, la cual
establece que la salud de una economía depende de la relación de la demanda
total monetaria y la cantidad de dinero circulante. Siendo oferta monetaria el
factor determinante clave de los movimientos a corto plazo de la producción y del nivel de los precios, ya la oferta total
y la demanda de dinero estarán determinadas. La petrolización es recurso
estratégico por cuanto su valor depende de recurso resguardado en el
subsuelo, cotizado a precio de mercado
petrolero.
La
medida pondrá en evidencia, el descudernamiento del mito capitalista, que
plantea que los intercambios comerciales mundiales solo son posibles a través
del patrón dólar como divisa internacional, establecido a partir de la muerte a los acuerdos en Bretton Woods.
La
historia es más o menos así: El gobierno de Richard Nixon debió encarar un
problema: los la oferta total de dólares superaron las reservas de oro del
país, lo que significó que el precio del oro en dólares superara el precio fijo
del oro (la tradición del patrón oro encuentra sus raíces iniciales con los
templarios que nacieron para proteger los caminos de peregrinación a Jerusalén,
luego transformados en cofradías acumularon un enorme poder y prestigio, fueron
los constructores de la banca y los métodos de intercambio fiduciarios). En 15
de agosto de 1971, Nixon asumiendo los postulados de Milton Friedman: eliminó
la convertibilidad del dólar en oro, terminando unilateral el acuerdo de
Bretton Woods, iniciando a la dictadura del dólar.
Si
la medida sale victoriosa como esperamos todos los venezolanos, estaríamos
siendo testigos de un cambio metabólico epistémico en la teoría de la economía
política del siglo 21, la experiencia cuestionara el saber que se han impartido
en las escuelas de economía y las ciencias sociales, hará tambalear los
cimientos explicativos de aquellos seguidores de Milton Friedman, corriente de pensamiento que alcanzó un sitial casi
sagrado en las universidades venezolanas a partir de finales de la década de
los setenta. Estas corrientes tecnocrática alimentaron los programas de ajustes
estructurales, el discurso de la gerencia social, calidad total, reingeniería.
El
método de asociar el Bolívar Soberano/Petro/petróleo será tema de estudio en la
mayéutica de la economía política, enriqueciendo los fundamentos científicos de
Carlos Marx y de intelectuales posteriores preocupados en el análisis de la
acumulación capitalista.
Traerá
como consecuencia un proceso de repensar la relación entre política y economía,
prefigurará nuevos tipos de relaciones comerciales con el resto del mundo, construcción de una perspectiva de gestión pública,
orientada al encargo de la sociedad y un proceso de apropiación comunal.
No
obstante el optimismo debe administrarse con racionalidad y sentido común, ya
que existen fuerzas y contradicciones en la sociedad venezolana que perviven
actualmente, producto de nuestra
condición de país petrolero, actividad que es la fuente de alimentación del
capitalismo globalizado, el cual gravita mayoritariamente con la dictadura del
dólar como instrumento de intercambio general. Estas contradicciones se hacen
abismales en una coyuntura histórica, cuyo rasgo sobresaliente es la
prefiguración de nuevas potencias económicas que pulsan por mayores mercados y
fuentes energéticas.
Para
que la convertibilidad, sea exitosa deben resolverse problemas acuciantes como:
el contrabando, la escasez de efectivo, la estabilización de los precios y el
fatigado proceso productivo, los cuales
ejercen una enorme presión sobre los salarios que reciben las fuerzas
productivas por su trabajo.
La
coronación del éxito no significara aniquilar la inflación, aun cuando se logre
restablecer la capacidad de compra de los venezolanos, ya que esta es producto
de procesos estructurales. La inflación es consecuencia del modelo productivo
heredado, con muchas precariedades y un pobre
desempeño que afectan ritmo de crecimiento económico.
Enla
coyuntura actual, existen procesos que contribuyen a frenar el impacto socio económico de la
convertibilidad, aun cuando significa una
revaluación de la moneda.
En
el estado de guerra económica y polarización, las medidas puestas en prácticas para imponerse, requieren
la presencia de un Estado fuerte (no me refiero al Estado policial sino al
Estado en su papel ordenador de las relaciones sociales de producción), capaz
de colocar en cintura a todos los
actores involucrados con el tema. Es necesario recordar que en los procesos de
negociación y acuerdo cristalizados los actores no suelen ser transparentes, ya
que sus acciones están determinadas por intereses sectoriales.
En
el caso venezolano la distribución de poder policéntrico (poder distribuido
entre el Estado y los actores económicos privados), atentan contra el Estado fuerte y sus autoridad, producto del quiebre de los viejos acuerdos y la
germinación del Proyecto Nacional Bolivariano. En materia de decisiones económicas
la gobernanza es precaria. El origen de esta precariedad en el ejercicio de la
autoridad se asocia a procesos
contradictorios. El primero, se vincula la contradicción entre el viejo marco
jurídico y los nuevos enfoques que están germinando. Segundo, la disparidad del
tiempo político y el tiempo de las instituciones en transformar las decisiones
políticas-económicas en acciones. Tercero, perviven fuerzas negativas del modelo
de conciliación de intereses de clase que se inauguro en 1958: corrupción e impunidad.
Cuarto, asociado a la defensa de la soberanía y desempeño de las instituciones
encargadas de salvaguárdala, la cual hace referencia a la salud ética y
funcional de los cuerpos de seguridad,
muy cuestionados en su desempeño por la sociedad.
La
oportunidad es formidable, si se orienta
la sinergia a la construcción de una nueva institucionalidad, para reafirmar la autoridad en procura de la
gobernanza popular. Por tanto, en la coyuntura actual, no se debe subestimar el uso racional de la fuerza como recurso para
restablecer el equilibrio económico.
Es necesario destacar, la presencia del Poder
Popular como instrumento de control sobre los procesos económicos es
importante, pero no suficiente. La responsabilidad recae en las instancias del
poder público (Tribunal Supremo de Justicia, Ministerios, Banco Central de
Venezuela, Ministerio Popular para la Defensa, Gobernaciones, Alcaldías, SENIAT,
Instituciones como: la Superintendencias de Bancos, Superintendencia Nacional
para los Derechos Socioeconómicos, SUNDDE y cuerpos militares y policiales), ya
que estamos ante la presencias de
empresarios que no pujan solo por ganancias más elevadas, sino que estamos ante la presencia de un zoo
de mafias con entramados gigantes de poder.
Lo
que se puede observar hoy, es que se
viene produciendo un proceso de concentración de la propiedad y la riqueza en
manos de corporaciones casi delictivas, lo que certifica el cumplimiento de ley de
acumulación de capital elaborada por Carlos Marx. Las empresas con capacidad de
marcar los precios están ejerciendo un control caníbal sobre los medianos y
pequeños propietarios. El esfuerzo que realizó el Comandante Chávez en procura
de una cadena de distribución de bienes de primera necesidad se ha desvanecido,
y se está dibujando una dictadura
sanguijuela en la cadena de distribución deshumana y miserable.
Esa
zoo se alimentan también un sector lumpem-proletario
que gira en torno a la compra y venta de efectivo, el cual continúan operando a la vista de todos (ciudadanos
y cuerpos de seguridad) a plena luz del día en los mercados populares.
Los
CLP, dado su dependencia del mercado internacional, no alcanza a interceptarse
con la necesidad de la sociedad (no se ha podido resolver la dicotomía oferta y
necesidad). El componente productivo de los CLP todavía es una deuda pendiente.
La
ola inflacionaria con la transición de la convertibilidad se ha acrecentado y amenaza
en diluir los salarios, mecanismo mediante el cual la burguesía se han apropia
sin conmiseración de los de los salarios de los trabajadores. Los trabajadores
como sujeto de transformación por tantos años de democracia representativa se
han desdibujado en sus formas de organizaciones revolucionarias (Consejo de
trabajadores para el control de la producción y la distribución) son todavía
solo factor de producción y no actores protagónicos con capacidad de
movilización.
La convertibilidad asociado a la idea de progreso y bienestar ha
revitalizado las esperanzas de la sociedad, sociedad fatigada por una guerra
económica que orientada a producir una
crisis de subsistencia, que sumada a la deficiencia de los servicios públicos (banca
pública y privada paquidérmica, escasez de agua potable, transporte publico paleolítico), se puede transformar en una bomba social. Es
necesario recordar que esperanza y sistemas políticos se encuentran vinculados, ya que el rendimiento
de los sistemas políticos para darle respuesta a los problemas sociales permiten
construir lealtades o no: legitiman o no los sistemas políticos y las opciones
electorales.
Por
ello, en un escenario de guerra a muerte, una posición ofensiva requiere medidas
radicales, medidas raizales y ejemplares; pero imposible en el marco jurídico
venezolano vigente conservador que facilita recursos de salvación a quienes cometen delitos contra la seguridad del Estado.
Es
necesario tener en cuenta que estamos ante la presencia de un poder popular que
germina, su ruta de actuación se construye en los vaivenes históricos (es una
buena escuela) pero no será suficiente. Entonces, ¿quien debe asumir con
radicalidad el ejercicio del poder para ordenar ese juego de legos)? La
repuesta, es el Estado y su poder de uso racional de la fuerza si hablamos en
blanco y negro.
Es
necesario superar la discusión entre ciudadanía y delitos contra la seguridad
del Estado (asumiendo que el contrabando, sobreprecios. Etc.). Concibo ciudadanía como conquista y no como un
derecho natural. Por tanto no puede ser ciudadano quien valiéndose del poder
que posee (económico) coloque en jaque la posibilidad de vida de una sociedad.
Este zoo de que comete delitos que afectan la vida en colectivo debería ser
sancionado con penas que comprometan sus derechos ciudadanos y mercantiles.
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