La lección de anatomía del Doctor Nicoales Tulp.
La medicina
tradicional es la suma total de conocimientos,
habilidades y prácticas basados en teorías, creencias y experiencias oriundos
de las diferentes culturas, sean o no explicables, y usados en el mantenimiento
de la salud, así como en la prevención, diagnosis o tratamiento de las
enfermedades físicas o mentales
La práctica de la medicina tradicional
tiene importancia estratégica en materia de desarrollo humano, ya que puede
aplicarse en zonas de carencia total o insuficiente asistencia sanitaria y su
práctica es particularmente insustituible en situaciones extremas, como las
catástrofes, bien sean las naturales o las causadas por el hombre, dado que
solo requiere de personal entrenado y los recursos que proporciona el entorno.
Incorporada a los sistemas nacionales de salud, mejora la capacidad resolutiva
de los servicios médicos y es una fuente generadora de empleos.
Podemos evidenciar una práctica médica
tradicional en La lección de anatomía del
Doctor Nicoales Tulp. Este
impresionante lienzo, clasificado dentro del género del retrato colectivo fue
pintado por uno de los grandes artistas del Barroco: Rembrandt.
El encargo procede del gremio de cirujanos
de la ciudad de Ámsterdam en homenaje al primer anatomista de la ciudad Nicolaes Tulp, para lo que se toma como motivo una de sus conferencias públicas
realizada en 1632. En realidad las clases de anatomía con disección sólo podían
realizarse una vez al año y eran de carácter público, por lo que solían
resultar un acontecimiento ciudadano al que asistían los alumnos seguidores de
la enseñanza de los anatomistas, pero también público diverso que pagaba su
entrada por asistir al evento que solía realizarse en el Waag o
teatro de anatomía de la ciudad. Por ello los personajes que aparecen
retratados en este cuadro no son médicos, sino patrones que pagaban comisiones
por ser incluidos en la pintura. Todos contemplando atentamente el cadáver de
un ajusticiado, que es el que centra la composición y la temática del cuadro.
Para empezar Rembrandt se apoya en una serie de recursos que
otorgan al cuadro toda su vivacidad y naturalismo: su estructura compositiva,
el efecto de la luz, el virtuosismo que alcanza su realismo pictórico, y el
efecto expresivo de su estudio psicológico. En el centro del cuadro se observa el cadáver que
será sometido a la disección, y en uno de los laterales se destaca la figura
del Dr. Tulp (el único con sombrero) quien, como representante de la ciencia,
ha comenzado la lección mientras su mirada se pierde altiva en el infinito.
Llamativamente, en esta obra, el médico empieza la disección por el antebrazo
del cadáver en lugar de hacerlo por el abdomen como era la costumbre. El dato
no es menor y ha tenido sus interpretaciones, por ejemplo, que la irregularidad
se debe a que el cadáver pertenecía a un delincuente de la ciudad llamado
Adriaan Adriaanszoon, alias Aris Kindt, que había sido ahorcado pocas horas
antes por robo y que el brazo que se está disecando es el que cometió el acto.
En otras palabras, el desmembramiento del antebrazo se podría interpretar como
un castigo simbólico al crimen cometido.
Rembrandt creó una composición
piramidal, pero en la que los personajes se agrupan estrechamente en torno al
maestro doctor, consiguiendo de esta forma un gran efecto de unidad entre todos
ellos. No falta tampoco una línea diagonal, dirigida en este caso desde las
miradas de los tres espectadores que atienden los manejos del doctor Tulp hasta
sus manos, que como dos luminarias parecen flotar en medio de la oscuridad que
las envuelve, lo que arrastra nuestra mirada hacia ese punto, y focaliza la
escena en el cadáver del ajusticiado. La luz es protagonista. Una luz
tenebrista, que crea contrastes violentos de luz y sombra. En este caso, parece
que los rostros de los protagonistas se iluminen en medio de la penumbra del
fondo y del negro de sus propias vestimentas, lo que acentúa sin duda la
expresividad de todos los rostros. A ello hay que añadir el efecto lumínico del
cadáver. El condenado centra el foco de atención del cuadro, como lo centraba
igualmente en estos espectáculos anatómicos, y Rembrandt lo consigue
convirtiendo su cuerpo en un intenso foco de luz reflectante, que como una gran
lámpara esparce su luz sobre los presentes, que parecen hipnotizados ante su
turbadora presencia.
Dra. Odalis Pirona. Cursante del
postgrado convenio UBV-Hospital Coromoto (Prof. Oswaldo Garrido)
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