domingo, 29 de mayo de 2011

LA LÓGICA DE LA CRISIS DE SENTIDO: ELEMENTOS PARA ABORDAR LA MODERNIDAD Y EL PLURALISMO: CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL SENTIDO EN LA OBRA DE PETER BERGER Y THOMAS LUKMNAN.


Abriendo palabras:

Se dice que el ahora, es una época de importancia fundamental y de marcadas contrariedades, un momento de profunda ingravidez, que el hombre, la sociedad entera y la sociología viven en sus temporalidades teóricas y practicas las vicisitudes de la muerte, que con el correr del tiempo se ha agigantado el abismo entre el presente, que el futuro se visibiliza en incertidumbre…En definitiva que se han desgranados y descristalizados los lazos racionales que justificaban el presente y el futuro.
Que lamentablemente la sociología que en otrora explica los fenómenos sociales en su mayor profundidad, navega entre lo <<escaso y la nada>>, de cuesta a bajo como una roca va el cuerpo social.
En resumida cuenta, nos deprime a tal  extremo el recuerdo de las cosas pasadas, la presión del presente es un zombi y, las vicisitudes del futuro nos agobia como la muerte, que aceptamos esa sentencia de muerte sin resistencia que viene corriendo tras nosotros. Que puede que lleguemos sin descaro ha cansarnos de la vida en si. (Berger-Lukmann, 1997. pp28)
No obstante nos preguntamos reiterativamente: ¿Qué será lo que tiene esta tematizada crisis fundamental, distintiva a las demás crisis pasadas? (Berger-Lukmann, 1997. pp. 29).
Partiendo de esta interrogante, conceptualizare la crisis de sentido como un contracto epistémico elaborado por Peter Berger y Thomas Lkumann en su libro Modernidad,  pluralidad y crisis de sentido, publicado en 1997, para arribar a unas conclusiones provisionales explicativa de la crisis de la racionalidad que sustenta la modernidad que discurre.

LA CONSTRUCCION SOCIAL DEL SENTIDO EN BERGER-LUKMANN:
 Para Berger y Lukmann, el sentido se construye en la conciencia humana, sobre todo en la conciencia individual, individualizada en el cuerpo vivo y socializado como persona. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 31). Esta conciencia individualizada es una especificidad del cuerpo en movimiento, socialización  y continuación histórico-social de su identidad, que son elementos vertebrales sobre la cual se edifican las significaciones y las experiencias que orientan la existencia humana en un mundo azaroso.
La existencia ensimismada no tiene sentido, se necesita que la conciencia se oriente hacia objetivos y metas intencionales – se allí, se derivan las percepciones, memorizaciones o la imaginación- que forman parte del drama de la vida, son interrelaciones de muchos temas de la experiencia vivida, expresan interrelaciones intencionales de la dialéctica del cuerpo en movimiento, una vivencia que no pasa y se hace trascendental en la medida que es atractiva al yo, que una vez que se apropia de sus códigos metafóricos llega a convertirse en la hendidura de la experiencia cotidiana.
Las experiencias individualizadas solo cuando se relacionan con núcleos de otras experiencias –basadas en la relación <<igual a >> <<distinto a>>- llegan a una forma elemental se  sentido. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 32) De este modo, la construcción de sentido no es un acto gratuito, es un proceso marcado por una bifurcación:
Por un lado,  existe un tipo de sentido, que en una arquitectura individual de los sujetos que funciona en el plano de lo cotidiano privado, en el yo que vive y respire en su propia dialéctica racional, dando paso a una conciencia de los actos individuales que sirven para orientarse en un mundo que se abre en muchas fisuras.
Por el otro lado, el hombre es su proceso convival, que tiene dispuesto el acervo individual de sentido, una vez vinculado con otros sujetos que poseen experiencias cotidianas de significación que son componentes en el plano materiales y en sus subjetivaciones del desarrollo de la vida en sociedad.  (Berger y Lukmann, 1997. pp. 32), de esta lógica mutual  se  alimenta el compendio histórico de conocimiento, que en definitiva cuenta, constituye un importante recetario para dar repuesta y solucionar los desafíos y los problemas que significa vivir atados en comunidad de sentidos. Sentidos que forman una total constelación de experiencias y probabilidades compartidas.
La cualidad esencial de este acervo histórico fundacional del sentido colectivo, que es conocimiento cotejado en la vida que discurre con sus altos y bajos se afirma en la acción social.
La acción social  no es una entidad aislada ni un accionar irracional, comparte estructuras de sentidos, pero tiene la virtud de asumir distintos performance determinados por las diversas dimensiones  de la vida cotidiana. Según sea el caso la acción social puede ser indirecta o directa, dependiendo de la determinación de los sujetos en su accionar, también puede ocurrir el caso,  que sea mutual o unilateral dependiendo de la condición relacional de los sujetos en su curso vivencial cotidiano.
En ese sentido, la acción social puede ir dirigida hacia otras personas, presentes o ausentes, muertos o aún por nacer. Puede que esta acción social sea dirigida hacia su individualidad en tanto solo como simple categoría que se expresa en lo social. Puede orientarse desde luego, a conseguir una repuesta, convertirse en una relación  habitual o prolongarse en un tiempo distendido.

El complejo sentido de la acción social y del as relaciones sociales se construyen en estas diferentes dimensiones del sentido activado por una necesidad potenciada desde la vida cotidiana, cuyas fuerzas no se observan en la cristalizaciones de los hechos humanos, son solo significaciones alojas en lo recóndito de la conciencia. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 33)
Los autores consideran que la conciencia para constituirse en sentido social, debe alimentarse de un proceso de secuencia de acciones modeladas por la identidad de los individuos, el cual se edifica en la vida cotidiana.
Los fundamentos de la construcción de sentido se materializan a través de dos planos yuxtapuestos: el plano de las objetivaciones y las subjetivaciones.
Por tanto, las objetivaciones, son un ordenamiento que se expresa en realidad social objetiva, que se mantienen en el tiempo mediante una serie de pautas que regulan el comportamiento, que hacen parte de la dimensión objetiva de esta realidad. En cambio las subjetivaciones, parte de la idea fundamental que  realidad de la vida cotidiana es una construcción intersubjetiva, un mundo compartido, lo que presupone procesos de interacción y comunicación mediante los cuales comparto con los otros y experimento a los otros. Es una realidad que se expresa como mundo dado, naturalizado, por referirse a un mundo que es "común a muchos hombres".
Consecuencia de la hibridación de estos dos planos, ocasiona que la realidad social comprende al conjunto de formas de organización social y estructuras sociales, cuya percepción sólo es posible por intermediación de múltiples abstracciones. Esto no invalida su existencia real porque, como en todas las ciencias, es la única forma de comprender, de conocer, de reflexionar.
Las relaciones económicas, las fuerzas productivas, la fuerza de trabajo, la conciencia sociopolítica, los medios para producir, los procesos, de circulación, distribución, producción y consumo, constituyen la realidad social que le da sentido a la vida cotidiana de los sujetos.
Las aprehensiones puramente subjetivas son el fundamento de la construcción social de sentido: Los estratos más simples de sentido pueden hallarse en la experiencia de una persona.  En cambio, los estratos superiores y estructuras de significación más complejas dependen de las objetivaciones del sentido subjetivo de la acción social. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 35).
La función de de todos los acervos de conocimiento acumulado en el desarrollo de la vida cotidiana y los depósitos de sentidos – en tanto construcción social de sentido- es proveer a los miembros de una comunidad de experiencia y de acción consciente para conducirse en la vida social, haciendo frente a los problemas que surgen de su entorno natural y social, que por su propia articulación son indeterminados en el tiempo y el espacio cotidiano.

Por estos actos menudos, el conocimiento elaborado socialmente se socializa por el lenguaje compartido, que recoge los códigos de la vida cotidiana. El lenguaje no es un acto arbitrario es en producto de la vida cotidiana, una construcción intersubjetiva, un mundo compartido, lo que presupone procesos de interacción y comunicación mediante los cuales comparte con los otros y se experimenta a los otros. Es una realidad que se expresa como mundo dado.
En ese sentido, las instituciones históricas son concreciones de significaciones subjetivas y objetivamente compartidas, que liberan a los sujetos de la dura carga de tomar decisiones frente a un entorno natural y social, expresado como parte del sentido, un orden normativo formalizado y jerarquizado. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 36).
Los teóricos de la sociología fenomenológica,  consideran que los actos repetitivos y rutinarios de los individuos en una sociedad  que vive en una estructura de sentido, se encuentran determinadas por las relaciones sociales dominantes, siendo estas, las instituciones de dominación y las derivadas del trabajo.
 Por consiguiente, todas las instituciones conllevan un sentido-de-acción original que  se manifiesta en la reglamentación definitiva de la acción social en un área funcional en particular. Singularmente importantes son aquellas instituciones cuya labor incluye el procesamiento social de sentido. Las más relevantes son aquellas cuyas principales funciones consisten en controlar la producción de sentido y transmitir sentido. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 41).
 Entonces, la tarea de las instituciones consiste en acumular sentidos y poner los a disposición del individuo, tanto para sus acciones en situaciones particulares como para toda su conducta de vida. Esta función de las instituciones se relaciona, sin embargo, de un modo esencial con la función del individuo como consumidor, pero también, dependiendo de cada caso, con su función como productor de sentido. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 46).
El control de las instituciones existente de dominación sobre el depósito histórico de sentido hacen posible le construcción de dos tipos de conocimiento social: El conocimiento general que constituye el núcleo común de la vida cotidiana y, el conocimiento de los especialistas de acceso restringido.
 Los autores destacan, que la estructura de sentido de una sociedad, se compone del conocimiento ocasionado por la interacción en la vida cotidiana y, una fracción surge de los saberes especializados y restringidos se distribuyen por medio de la comunicación, que sirven de ruta para diseñar tipificaciones de actos. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 52).
En las tipificaciones de los actos, mediados por la conciencia, que define la intención y la búsqueda de objetos; el mundo intersubjetivo, que se comparte con los demás; la temporalidad, como carácter básico de la conciencia (orden temporal); la interacción social, que crea esquemas tipificadotes y el lenguaje, como elemento clave objetivo (externo al individuo) que facilita la estructuración del conocimiento en términos de relevancia, orientan la acción de sentido que condicionan a los sujetos y sus experiencias por las normas.[1]
Por ello, las normas son la guía  que organizan coherentemente la posición que ocupa cada uno en el conjunto social, los roles a desempeñar, su propia identidad y el total de relaciones que constituyen la vida cotidiana. Los universos simbólicos construyen, además, determinados mecanismos que garantizan su permanencia: la mitología, la teología, la filosofía y la ciencia son algunos de los más importantes, y han jugado su papel en determinados períodos históricos.

DESNUDANDO TEÓRICAMENTE LA CRISIS DE SENTIDO:
La esfera del cuerpo social donde se desarrollar la crisis de sentido es la comunidad de vida que se caracteriza por la acción  que es directamente reciproca, que se repite con regularidad en un contexto de las relaciones sociales duraderas. El germen de la crisis de sentido deviene del pluralismo que provoca perdida de sentido y nacimiento de nuevos creación de sentido (erosión de sentido y reconstrucción de sentido), proceso que caracterizan  la modernidad.
La crisis de sentido remite a la ruptura de la armonía en los estratos de sentidos. Se entiende como crisis de sentido la perdida de la direccionalidad de acción, que implica la fractura de la estructura de expectativas y las practicas orientada hacia intereses colectivos.  (Berger y Lukmann, 1997. pp. 56).
Según Berger y Lukmann, la crisis de sentido se desenvuelve en dos dimensiones: La crisis subjetiva de sentido y la crisis intersubjetiva de sentido. La crisis subjetiva de sentido, surge cuando se rompe la conciencia entre los sentidos que surgen en la sociedad a partir de la experiencia concreta del individuo. El rasgo esencial de esta crisis, es que si la comunidad de vida no logra la re-armonización de las experiencias de los individuos con la comunidad de sentido, el resultado es que esta crisis localizada en la individualización de sentido puede transformarse en una crisis existencial de sentido.
A continuación, la crisis intersujetiva de sentido, surge cuando se rompen los lazos de congruencia entre los distintos miembros de diversas comunidades de vida, que pueden romper el orden institucionalizado.
Ellos postulan,  que existen dos estructuras sociales proclives a producir crisis de sentidos. La primera la constituyen las sociedades con sistemas de valores únicos y de aplicación general, donde los distintos estratos y ámbito de sentido se encuentran plenamente integrados.  
El segundo tipo, lo constituyen las sociedades donde los valores compartidos y de aplicación general  dejan de ser validos para toda la comunidad de vida, que no están estructuradamente asegurados, porque dichos valores no logran penetrar con igual uniformidad en todas las esferas de la vida cotidiana. A este tipo de sociedades pertenecen las sociedades modernas, que deben luchar constantemente por institucionalizar sentido para darle coherencia al orden de sentido, un contexto de nacimiento y reafirmación de nuevos sentidos. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 57).
La crisis de sentido, por tanto, es la perdida de las significaciones institucionalizadas, las ritualizaciones y las normas, que orientan la acción social en la vida cotidiana. En términos concluyente,  el pluralismo es la causa permanente de la crisis de sentido en la modernidad, ya que permite la relativización de los sistemas  de valores y los esquemas de interpretación. La crisis de sentido es  crisis de identidad moderna.

LA LUCHA POR LA COHERENCIA EN EL ORDEN SOCIAL DE SENTIDO.
 Para Berger y Lukmann, las sociedades modernas, son sociedades que tienen marcada orientación a la crisis global de sentido (crisis subjetiva y crisis intersubjetiva) ya que los valores compartidos y de aplicación general dejar de ser validos para todos los miembros de las distintas comunidades de vida. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 59).
La eternalización de la crisis de sentido en la sociedades modernas, esta determinada porque el pluralismo como valor supraordinal, que una vez se consagraron en sociedades pretéritas, es en la modernidad como proceso histórico de significaciones e institucionalizaciones, la logrado consagrarse como la máxima expresión de un valor ilustrado como piedra angular para la convivencia, compaginando en un mismo plano los diferencias sistema de valore particulares de cada comunidad de vida con las distintas cosmovisiones de las otras comunidades de vida. Estos valore le dicen y orientan a los individuos la manera de orientarse frente a otros individuos y  con otros grupos que tienen distintas visiones, disipando los  rituales de conducción la vida cuando comienza a tambalearse el carácter incuestionable del orden tradicional. . (Berger y Lukmann, 1997. pp. 63).
Paralelamente, aseguran Berger y Lukmann, frente al alto grado de inseguridad que introduce el pluralismo, la modernización juega un papel fundamental en la reedificación del sentido, haciendo precaria la socialización de un orden de sentido general, un modo monolítico de sistemas localizado de sentido y de valores a la sociedad en su totalidad.
De esto deriva, la modernidad y sus proceso de expansión como lo es la modernización han establecido una lógica moralizante y de legalización de normas abstractas, escritas y funcionales que poseen la fuerza necesaria para regular la vida cotidiana en las distintas esfera de la acción de los individuos. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 63).
Se destaca que la modernidad concibe  como una pluralidad de mundos de vida, que producen como efecto una conciencia de homelessness[2] nostálgica, ante la pérdida o la falta, producto de la secularización, de referentes que doten de pleno sentido a la realidad de la vida cotidiana.  
El objetivo de la norma, moralizante y legalizada en la acción social posee la importante finalidad de mitiga el impacto que acompaña el paso de un realidad a otra. Las áreas de conocimiento que de otra manera seguirían siendo reductos ininteligibles dentro de la realidad de la vida cotidiana, se ordenan así en una jerarquía de realidades, e ipso facto se vuelven inteligibles y menos aterradoras. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 75).
La lógica y los ritmos de la moralización y la legalización de las normas se ven afectadas por una doble condicionalidad.Por un lado, la sociedad moderna conduce a formas inevitables de secularización, que se expresa en un proceso de tensión constante entre los valores dados por supuesto y el surgimiento de metas individuales y colectivas. La sociedad en su progresión de situaciones futuras de vida crea constantemente constelaciones de nuevo sentido continente. La modernidad reconduce al sujeto a los elementos absolutos de su existencia contingente y movediza.
Por el otro, las comunidades de vida son afectadas radicalmente por los cúmulos de necesidades racionales institucionales orientadas al sentido utilitario. Las moralizaciones y la legalización de las normas demandan nuevos procesos de institucionalización y reordenación de los códigos de significación societal.
Desarrollada sucintamente, la manera como el pluralismo en la modernidad es una fuente  productora de crisis global de sentido, se hará un viaje tangencial  teórico por el proceso mediante el cual se produce la perdida de todo lo dado por supuesto y su relación con la crisis de sentido.

LIMITES Y RUPRURA DE LO <<DADO POR SUPUESTO>>.
Lo dado por supuesto es un contracto epistémico que hacer referencia al conjunto de institucionalizaciones plausibles de la modernidad. Para  Berger y Lukmann, estas se mantienen incuestionables cuando se establece una reciprocidad entre la comunidad de vida y las expectativas sociales alcanzan cobijo en las diversas dimensiones donde se desarrolla la vida. (Berger y Lukmann, 1997. pp. 78).
El pluralismo que es una cualidad de la modernidad, es una fuerza poderosa que ocasiona la perdida del conjunto de normas formalizadas en la medida que: Cuando el conocimiento de lo dado por supuesto  socava  la noción de mundo de vida, en ella la identidad personal  son socavadas y problematizadas, surgiendo de ese proceso múltiples interpretaciones alternativas. Toda interpretación define sus propias perspectivas de acción posible, pero ninguna de ellas puede establecerse como la única vía posible para la reconfiguración de las significaciones que requieren sen institucionalizadas, abriendo por esta ruta el aperturamiento de nuevos horizontes y posibilidades de comunidad de vida. En términos concretísimos: Lo que es para unos como realidad social, deja de ser para los otros.
 Del mismo modo, cuando las instituciones históricas no liberan a los individuos de la pesada carga de reinventar su mundo de  vida, deja de cumplir las funciones regulatorias y de censura, suele devenir un devastamiento de los referentes dados como supuestos.
Finalmente, el otro elemento que favorece la perdida de lo dado por supuesto, deriva de la modernización, el uso de las tecnologías en el enfoque de las ciencias, el cual trae consigo la posibilidad de abrir la gama de construcción de nuevos sentidos, que se formalizan en instituciones moralizantes y regulatorias.
En un contexto explicativo y restringido, la democracia, la libertad de elección y la economía de mercado, ha facilitado la perturbación de la tranquilidad que proporciona lo dado por supuesto.
La raíz del proceso de deslegitimidad  ocasionada por la democracia, los valores de la democracia y el mercado, de una manera sencilla lo explica Kaminski: “todas las instituciones poseen un juego de fuerzas en tensión constante. Por un lado encontraremos lo instituido que estará dado por lo establecido, lo determinado y representa una fuerza que tiende a perpetuarse de un modo determinado, conservador, resignado, en contra de todo cambio. Lo instituyente será aquella fuerza que oponiéndose a lo instituido, será portadora de la innovación, el cambio y la renovación (…) Tanto lo instituido como lo instituyente, poseen una naturaleza dinámica ya que uno ansía el lugar del otro”. (Kaminski, 1990: 9-15.)
La perdida de la inevitalibilidad de lo dado por supuesto, trae como consecuencia la edificación de nuevos modelos de creencia que afectan no solo el sentido en el cuerpo de la sociedad, sino que produce un fuerte imanto psicológico en las comunidad de vida.
En efecto, si la comunidad de vida no actúa con celeridad para restituir el equilibrio de sentido- subjetivo y objetivo- la comunidad de vida enfrentara una crisis de sentido estructural, capaza de colocar en jaque mate la cohesión social toda.
NOTAS COMPRENSIVAS FINALES:
Para Berger y Lukmann, en tanto fenomenólogos de la sociología de la vida cotidiana, ubicados dentro del paradigma de la definición social, han realizados importantes aportes a la sociología en general y a otras ciencias, al diseñar una teoría de la vida cotidiana, que parte de la comprensión de los procesos de construcción de conocimiento, como estos se encuentran vinculados a la comunidad de sentido, pero sobre todo, su aportación esencial es el acuñamiento de la noción de crisis de sentido, el cual se produce en un contexto de modernidad y pluralismo.
El concepto bergeriano-lukmanniano de crisis de sentido, a pesar de sus limitaciones, ya que no explica el cambio social ocurrido en el desarrollo de la historia, no deja de ser valioso para el análisis sociológico contemporáneo, porque coloca la problematicidad de la crisis de sentido en el plano de las subjetivaciones, contrario a las interpretaciones materialistas que se ha extendido a todas las disciplinas que se aproximan en sus estudios al continuo social.
Si hay que realizar una critica, esta se centra que los actores sociales son desdibujados en entidades abstractas, contrarios al pensamiento marxista que plantea que el ser social debe su naturaleza a las condiciones materiales. La sociedad se define solo en términos teóricos, el hombre es una entidad sin rostro,  carece de libertad, constreñido en una estructura moralizante y de regulaciones que lo esclavizan a un sistema de valores y normas que lo regulan que le son ajenas.
Aun cuando la teóricamente es seductora y parece atractiva, una revisión a fondo de sus postulados es insuficiente para abordar la problemática de la perdida de lo dado por supuesto, ya que si bien es cierto, que la crisis es larvada de la modernidad (Habermas) se desenvuelve en la esfera de las subjetividades, alejándose de lo que Lechner llama acertadamente crisis de realización de los sujetos, que no es mas que la confrontación del hombre en libertad que aspira una vida mejor y la insatisfacción de sus  necesidades sociales que son el producto histórico de las sociedades modernas y su racionalidad. (Lechner. 1988: pp57)
Es necesario destacar que lo llamado  por Berger y Lukmann como crisis de sentido, es en el fondo una crisis épocal, producto que la modernidad en su devenir histórico ha perdido los grandes referentes que orientaron la vida en sociedad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Arditi, Benjamin.(2000) El reverso de la diferencia. Colecciones Nube y tierra, Editorial Nueva sociedad, Caracas.
Berger,  P. y Lukmann, T. (1997) Modernidad, pluralismo y crisis de sentido, Editorial Pardo, Barcelona.
Ritzer, George. (1993) Sociología contemporánea. Editorial Mc Graw-Hil. Internacional. Madrid.
Lechner, Norbert. (1988) Los patios interiores de la democracia. Flacso. Santiago de Chile.
Kaminsky, Gregorio (1990), "Sagas institucionales", en: Dispositivos institucionales. Democracia y autoritarismo en los problemas institucionales, Lugar Editorial, Buenos Aires, pp. 9-15.




























[1] .- Las normas son construcciones de valor, sirven para orientar el sentido de la acción social.
[2] .- cuyo significad es no tener techo.

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