miércoles, 22 de agosto de 2012

DR. HUGO E. GIRON PIÑA: ASPECTOS BIOÉTICOS DE LA TERAPIA INTENSIVA EN MEDICINA.


DR. HUGO E. GIRON PIÑA.[1]

Uno de los grandes retos de la Medicina actual estriba en conocer la utilidad y las limitaciones que el nuevo desarrollo tecnológico tiene  y orientar racionalmente el uso de las medidas de soporte vital hacia la preservación de la vida de aquellos enfermos con situaciones patológicas recuperables, que puedan proseguir su biografía personal con una calidad de vida aceptable, así como limitarlas en los casos que la medicina de hoy no puede resolver.
La práctica de la medicina siempre tuvo en cuenta la consideración de los aspectos éticos que implicaba su ejercicio. El juramento hipocrático es el testimonio fiel de este hecho en nuestra cultura al expresar la preocupación sobre los problemas morales que surgen de la relación médico-paciente.
En la generación de la toma de decisiones en cuidados intensivos los principios bioéticos tienen una presencia muy importante, incluso aún antes de la llegada del enfermo, cuando se discute si es pertinente o no el su ingreso en este tipo de servicio.
En la terapia intensiva se plantean a diario una serie de problemas, muy particulares del trabajo de la misma, en relación con la aplicación de los principio bioéticos, derivados de la aplicación de métodos diagnósticos y terapéuticos invasivos, de la frecuente incompetencia del paciente, de la comprensión de lo que es fútil o no; o de la necesidad de abordar la existencia del límite en la atención médica o del esfuerzo terapéutico.
La responsabilidad que supone desempeñar el papel de elector de uno entre varios pacientes "elegibles" para ser admitidos en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) es enorme, por cuanto equivale a establecer cuál de esas personas debe recibir mejor oportunidad de continuar viviendo, pues aunque todos son merecedores de ello por su propia condición de seres humanos, investidos de dignidad y, por ende, con un valor intrínseco no expresado en términos relativos, ocasionalmente en la práctica no existen posibilidades de ofrecerles la asistencia requerida por carecer de los recursos indispensables.
Así, uno de los dilemas más trascendentales que enfrenta el médico intensivista contemporáneo es cuándo decidir el ingreso de un paciente en la UCI, y una vez ingresado y tratado con una serie de técnicas de soporte vital, si la evolución no resulta satisfactoria, por cuánto tiempo mantenerlas.  Tales decisiones poseen importantes implicaciones éticas, pues rebasado cierto límite, la beneficencia que se busca puede transformarse en maleficencia al someter al paciente a un largo, doloroso y costoso proceso de morir.
Con los avances científico-técnicos y el aumento de la expectativa de vida, se ha ido incrementando el número de ancianos y, por consiguiente, que en nuestras UCI ingresen con más frecuencia personas de edad avanzada; factor a considerar en la toma de decisión para el ingreso en ellas.
En la hospitalización de un enfermo resultan determinantes muy diversos aspectos: las presiones, las opiniones de otros profesionales y de los familiares, ciertos factores de carácter económico-administrativos y hasta cuestiones legales, pues en la actividad médica, la toma de decisiones debe basarse en una concatenación lógica y no exclusiva de los fenómenos o fundamentalmente en apreciaciones subjetivas individuales.
La calidad en la selección del ingreso del paciente grave, que tiene como principal y único pilar la recuperación del afectado, permite un uso racional de los costosos recursos que se disponen para la atender al enfermo crítico; pero esta selección no es fácil, pues requiere que el personal médico posea una gran capacidad y experiencia para poder evitar errores de apreciación en un sentido u otro.
A mi juicio, el problema estriba en conservar el equilibrio entre estas tendencias, con el propósito de no olvidar al paciente, a su familia y a la Institución. No obstante, es obvio que pueda carecer de justificación iniciar la terapéutica intensiva en un moribundo que padece una enfermedad incurable, sobrecargando la Unidad e intensificando el esfuerzo personal que demanda cada una de ellas, por las cargas físicas y psíquicas extremas que impone.
Para que el médico intensivista pueda realizar la selección de pacientes de manera adecuada, resulta indispensable aplicar ciertos criterios de prioridad, pues la medicina intensiva integra un sistema de salud constituido por niveles de atención y, a su vez, el sector Salud forma parte de una totalidad conformada por los sectores productivos y de servicios de la sociedad; por tanto, se torna imprescindible optimizar la eficiencia y buscar la equidad, a fin de que los seres humanos puedan satisfacerse sus necesidades y desarrollar sus valores de la mejor manera posible.


[1] .-  Medico residente, cursante del Postgrado de medicina critica. Convenio Universidad Bolivariana de Venezuela y Hospital Coromoto. Trabajo realizado a partir de los debates en la Unidad Curricular Análisis  dimensión socio política y derecho a la salud en Venezuela, Impartida por el Prof. Oswaldo Garrido.

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