“Yo no envidio a nadie, ni soy parcial con nadie. Yo
tengo la misma disposición para con todos. Pero todo el que me presta servicio
con devoción es un amigo y está en mí, y yo también soy un amigo para él”.
Bhagavad-Gita
Por: Soanna Vilchez.[1]
Basándonos en la frase citada en este poema hindú
el cual data de 2500 años a.c, y aplicandolo a la practica medica milenaria y
la actual, la cual es uno de los conocimientos mas confidenciales, adquiridos
con disciplina y abnegación, y que a su vez, nos permite subsanar y a veces
erradicar las patologías en cada paciente, sin acepción de los mismos sea por
sus creencias, raza, u otros aspectos inherentes a cada uno (…ni me parcializo
por nadie, yo soy igual para todos...)
Por otra parte, debemos
ser conscientes de nuestras capacidades y limitaciones al momento de decidir
conductas terapéuticas, delegando responsabilidades
y la competencia para aquellos que dominan el caso en particular (especialistas)
sin subestimarnos y sin sentir envidia por aquellos cuya dedicación les ha
brindado experiencia.
La relación medico
–paciente debe fundamentarse en respeto, armonía y confianza, procurando que
exista una retroalimentación positiva, cuanto más, si ha habido la
participación de un equipo multidisciplinario para el tratamiento de un
paciente en particular, en donde debe prevalecer la unificación de criterios,
la amistad la colaboración desinteresada con el firme propósito de llevar el
bienestar a la humanidad.
[1]
Cursante del Postgrado de Medicina. Convenio Universidad Bolivariana de Venezuela- Hospital
Coromoto. Reflexiones para el debate realizado en la Unidad Curricular Análisis
socio-político y derecho a la salud en Venezuela a cargo del Prof. Oswaldo
Garrido.
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